Con tan sólo 11 años "La Brujita" sale a la calle para cumplir con empeño la tarea que le ha asignado otro miembro de la pandilla y enfila la calle decidida.
Su misión: recaudar el dinero de las extorsiones a sus víctimas.
En Honduras, comerciantes, taxistas, transportistas, peluqueros, vendedores ambulantes de tortillas y prostitutas que trabajen en un territorio considerado "propio" alguna pandilla pueden verse obligados a pagar para poder vivir en paz.
Y "La Brujita" es simpatizante de una de ellos: los Chirizos.
De hecho, en los últimos tiempos, el país ha visto cómo aumenta la labor silenciosa de estas menores que se encargan de hacer el trabajo sucio de los adultos que pertenecen a estas bandas criminales.
Sin pena de cárcel
La ventaja para las pandillas es que los menores no enfrentan penas de cárcelsino que son enviados a centros de internamiento.
Mientras que un adulto puede ser condenado a hasta 30 años de prisión por el delito de extorsión continuada.
Las maras se aprovechan además de que "algunas víctimas sienten lástima por los niños y no denuncian", le dice a BBC Mundo el abogado Javier Acevedo, coordinador de proyectos del Comité Nacional de Prevención contra la Tortura, Tratos Crueles Inhumanos o Degradantes (CONAPREV).
Y, según Acevedo, otros se sienten avergonzados, y tampoco recurren las autoridades.
Pero la suerte de "La Brujita" cambió cuando, minutos después de haber cobrado una supuesta extorsión en la colonia El Porvenir de Comayagüela, fue arrestada.
El doble en un año
"La Brujita" es la más joven de las menores detenidas en lo que va del año, señala a BBC Mundo Norma Moreno portavoz de la Fuerza Nacional Antiextorsión (FNA) en Honduras.
En lo que va de año, este cuerpo policial detuvo a 158 menores acusados de recolectar las extorsiones para organizaciones como la pandilla 18, la mara Salvatrucha (MS-13) o los Chirizos, de los que 45 son niñas.
Estas cifras revelan un aumento de casi el doble de las arrestadas en todo el 2014, cuando se detuvo a 93 niños (23 de ellos mujeres) por este delito. El año anterior los menores capturados fueron 83.
"Recurren a las niñas, a mujeres en estado de embarazo porque los líderes piensan, que así pueden despistar a los agentes investigadores", explica Moreno.
En el momento de su detención algunas llevaban el uniforme del colegio.
"Mientras sus padres creen que están en el colegio, han salido a colectar ese dinero", dice.
En otros casos, señala que se involucran en estas actividades porque es un ambiente que les es familiar "recuerde que detrás de un menor infractor hay un adulto inductor”.
Diferentes estrategias
Las menores suelen ir solas para no llamar la atención, aunque a veces se las ha capturado con otras menores o en compañía de un adulto.
Se dirigen a las tiendas que les han indicado donde o bien recolectan la cantidadsolicitada por la mara o dejan un teléfono donde el extorsionado debe de llamar para recibir las instrucciones de dónde dejar el pago."Si no, llevan cartas, papeles, envían correos electrónicos; son diferentes las modalidades que estas niñas están trabajado para las diferentes maras, pandillas y bandas".
La cantidad a abonar depende de actividad que desempeñe el extorsionado y puede oscilar desde un mínimo de 50 lempiras (US$2,2) a 20.000 ó 30.000 lempiras (US$906 ó US$1.360).
Según han contado a las autoridades, suelen recibir aproximadamente un10 por ciento de lo que recaudan, que emplean para ayudar a su familia o para sus gastos, mientras poco a poco se introducen en la pandilla.
"Las menores al principio entran como simpatizantes, son influenciadas, conocen a alguien, sienten que pueden ganar dinero fácil mediante la extorsión, otras porque el ambiente las puede absorber", explica Moreno, que señala que para algunas la mara es como su familia.
"En muchas ocasiones tiene que ver mucho lo que hay en su hogar, muchas veces desintegración familiar, en otras es el alcoholismo uno de los factores que influyen más para que estas niñas salgan de su casa y empiecen desde muy temprana edad", explica.
Reincidentes
"La Brujita" vivía con su mamá y su padrastro, no conoció a su padre, y tenía dos hermanos mayores que estaban involucrados también en maras y pandillas.
Como menores, aunque sean castigadas con pasar entre 2 y 5 años en a un centro de internamiento es cuestión de meses que queden en libertad y, en ocasiones, vuelvan a delinquir.
"Estos centros generalmente no tienen la supervisión adecuada y estas niñas logran salir en dos o tres meses y vuelven", explica la funcionaria.
"Tenemos niñas reincidentes en dos o tres ocasiones por el mismo delito".
En Tegucigalpa, la capital, se detuvo al 60% de los menores vinculados a esta falta; el resto en San Pedro Sula, en La Ceiba y otros centros regionales.
Su detención forma parte de un operativo más amplio en el que el objetivo es llegar a la cúpula.
"Todos los casos llevan un seguimiento de una, dos, tres, cuatro semanas. Hay casos de hasta un años, donde se han capturado a los jefes a los líderes, subjefes de esas bandas y otros integrantes entre los que también hay menores".
Denuncia y protección
La policía ha iniciado programas deasesoría y charlas en colegios para dar a conocer a los menores los recursos que tienen para evitar ser captados por las pandillas.
Y bajo el lema "yo no pago, yo denuncio" instan también a los comerciantes a que denuncien.
"La persona que pagó una vez, sigue pagando porque tiene miedo", dice Morales, quien asegura que se da protección a los denunciantes y se codifica el reclamo para proteger la identidad del afectado.
"No tenemos ningún caso registrado de una persona que haya denunciado que le haya ocurrido algún daño", afirmó.
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