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Hoy, ante la penetración e influencia de internet, las informaciones falsas son una realidad constante y un desafío para los medios de comunicación. Pero las farsas o simples engaños no son un fenómeno nuevo. Acá contamos uno de los primeros fraudes masivos y que usó a los diarios de la época para expandirse.
El 16 de octubre de 1869, dos trabajadores, que cavaban un pozo en una granja de la localidad de Cardiff, en el Estado de Nueva York, encontraron el cuerpo de una persona. Pero lo que causó una verdadera locura colectiva fueron las dimensiones del supuesto cadáver: más de 3 metros de alto.
La noticia del hallazgo fue documentada por un diario local, que habló de un cuerpo petrificado y lo bautizó como el Gigante de Cardiff. La información siguió creciendo y llegó a las principales ciudades del estado de Nueva York y de los estados cercanos.
El dueño de la granja en que se encontró al “gigante” comenzó cobrando 25 centavos por ver el fenómeno y luego duplicó el valor ante la gran demanda. Los ferrocarriles colapsaron frente a la afluencia de gente para ver el hallazgo.
El fraude
Pero la cobertura de los diarios no sólo desató el interés de la gente común, sino que también de la comunidad científica, que no tardó en evidenciar el fraude. Evidentemente no se trataba del cuerpo petrificado de un gigante, sino que de una figura de yeso. También se determinó que en la zona en que se encontró el “Gigante de Cardiff” no era un lugar óptimo para cavar un pozo. O sea, que toda la historia, desde un comienzo, fue una gran mentira.
La génesis del engaño
El fraude del “Gigante de Cardiff” nació tras una discusión que tuvo el empresario George Hull con un reverendo metodista, quien defendía la interpretación literal de un pasaje de la biblia que hablaban de la presencia de gigantes en la tierra.
Hull encargó la construcción del supuesto cuerpo a un cantero alemán. Luego se le aplicó ácidos para otorgarle la imagen de “petrificado” y contactó a William Newell para que lo enterrara en su granja.
Pese a lo evidente del engaño e incluso después de que se conociera la verdadera historia del “Gigante de Cardiff”, la gente siguió visitando el hallazgo. mientras que algunos fanáticos religiosos aseguran la autenticidad del “cuerpo”.
El empresario ligado al mundo de los circos y las variedades, Phineas Taylor Barnum, ofreció 60 mil dólares por la figura de yeso, pero como Hull no quiso venderla, Taylor Barnum mandó a hacer una réplica, que recorrió varias ciudades, generando grandes ganancias.
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