Una
anciana me comentaba hace unos días que los precios en los mercados que hasta
hace poco eran atendido por el gobierno se han disparado hacia el cielo y que
ahora resulta que con el dinero que ella compraba los suficientes productos del
agro para una semana no le alcanza tan siquiera para comprar para un día las
viandas que consumía.
Durante
la conversación, para nada aburrida por cierto, esta señora que dijo llamarse
“María” y que fácilmente pasaba de los 80 años aunque con una fuerza increíble
y una memoria mucho más privilegiada rememoraba como por allá por los años 80
del siglo pasado a los vendedores de los mercados los llamaban “bandidos de Río
Frío” por lo que se consideraba un atraco al bolsillo del pueblo.
Hoy
a pesar de todas las facilidades que el gobierno les ha dado, argumentaba la
señora, en vez de bajar los precios lo que han hecho estos nuevos bandidos es
subirlos indiscriminadamente sin pensar en los que más lo necesitamos, a ellos
solo lo que les importa es hacerse ricos y expoliar sin piedad y sin
importarles los trabajo que pasan las personas para conseguir el dinero y con
esta frase se retiró pues tenía que hacer el almuerzo.
Reconozco
que en toda la dimensión del problema no encontré una confesión más clara y
valiente que esta, y lo que es cierto es que ya casi es imposible encontrar
algún producto del campo que acompañe los platos que uno lleva a la mesa sin
tener que desembolsar una alta suma de dinero sin contar con el timo que todos
sufrimos de estos comerciantes a la hora de pasar por la pesa, pues en Cuba la
libra que debe ser de 16 onzas simplemente por arte de magia se convirtió en
12.
Ahora
bien, creo que fue de buen tino, quizás un tiro certero, haber permitido que
los productores, esos que día a día trabajan en el campo pudieran decidir luego
de cumplir con las entregas establecidas al estado a quien vender sus
producciones y que de desearlo pudieran asistir sin intermediarios al mercado
del barrio, eso en cualquier país hubiera obligado a los que multiplicaban por
muchos lugares los precios a bajar los mismos.
Más
increíblemente esto ha sido todo lo contrario, en vez de bajar estos han subido
hasta casi la inaccesibilidad de las familias de bajos recursos, un simple
ejemplo bien pudiera mostrar la magnitud del problema, una libra de boniato era
comercializada por los mercados del estado a 0.80 centavos de peso y ahora que
los productores venden directamente cuesta 2.50 pesos, ¿será que quizás los
boniatos estos son importados o vienen de una cosecha de la luna?.
Por
supuestos que estos nuevos explotadores del pueblo cubano no se conforman con
tener ganancias sino que quieren ser millonarios prepotentes que lejos de
satisfacer las necesidades del pueblo lo quieren explotar y convertirlos en
esclavos de su ferocidad y voracidad conociendo de antemano las carencias que
existen por las bajas producciones del campo en donde durante muchos años no
hubo incentivos para trabajarlo aunque ahora se ha convertido en todo un
negociazo.
Habrán
de todas las justificaciones, tenemos que pagar tal y más cual cosa, el
impuesto, el transporte, el combustible, y no sé cuántas cosas más, pero lo cierto
es que es simplemente su responsabilidad lo que le están haciendo al pueblo en
su desmedida carrera por lograr tener mayores ganancias sin importarles a quien
deban pisar y sobrepasar para lograr sus siniestros objetivos.
Igualmente
es responsabilidad del gobierno municipal, provincial o nacional velar porque
estas cosas no sucedan e imponer una política de precios acorde para que aunque
sea en este aspecto nuestros bolsillos no se vean aún más maltratados e imponer
el orden en las turbulentas aguas en las que navegamos todos los días con el
problema de la alimentación y que estos simples delincuentes no hagan de las
suyas sin que nadie se preocupe por eso.
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