Manuel Cuesta Morúa, de pie primero a la derecha |
He
visto y seguido durante algún tiempo las nuevas iniciativas que se promueven
por varios actores de la sociedad civil independiente cubana y que busca por
todas las vías lograr un cambio hacia la democracia y el respeto de los derechos
humanos al decir de sus creadores, los que han usado todo cuanto está a su
alcance para promoverlos e incluso lograr las firmas necesarias para
presentarlos en las instancias correspondientes.
Todo
eso está muy bien, creo que todas las personas tenemos el derechos a sugerir e
incluso promover leyes que ayuden a lograr un poco de armonía en la convivencia
pacífica y que se respeten los derechos inalienables de todos los seres humanos
aunque profesen una ideología diferente a la nuestra, igualmente respeto a los
que consideran que solo mediante métodos de desobediencia civil y sin diálogos
se va a lograr estos objetivos, aunque a este grupo le asigno otro espacio y no
es el objetivo de mi escrito.
Y
es que desde que el Proyecto Varela fue presentado allá por 1991 ante la
Asamblea Nacional del Poder Popular muchos han sido los documentos de esa
naturaleza y todos sin excepción han fracaso, algunos por desconocimientos de
las reglas legales de sus promotores y otros porque desde el principio estaban
condenados al fracaso, y bien pudieran mencionarse el Varela, el Heredia y el
Camino del Pueblo entre otros.
Lo
que más me impresiona de todo es que se sigan cometiendo los mismos errores del
pasado en cuanto a la recogida de las firmas de las personas y es que no bastan
con presentar ante las autoridades dichos documentos sino que las mismas deben
estar certificadas ante un notario para que tengan validez y puedan ser
consideradas por el órgano legislativo, que está compuesto ciento por ciento
por personas que militan en el Partido Comunista de Cuba o son acólitos del
mismo.
Esto
a todas luces es una barrera tan alta de saltar en una sociedad como la nuestra
que hace casi imposible cumplir con este trámite, pues habría que presentar
ante el funcionario a todas las personas para que el mismo procediera a
corroborar los datos oficiales y dar el visto bueno de que es realmente la
persona esa la que firmo la hoja que se pretende presentar lo cual suma otra
presión psicológica a los firmantes.
Una
simple cuenta matemática nos indica que presumiendo que se logre que las
personas vayan voluntariamente ante el notario demoraría no menos de 1 año en
lograrse certificar las no menos de 10 000 firmas necesaria y en ese tiempo
pueden ocurrir muchas cosas con los firmantes, como la muerte, la incapacidad
mental, la invalidación por proceso penal o la salida del país, cuestión esta
que haría un ciclo incansable de buscar nuevos firmantes y regresar ante la
autoridad notarial.
En
una conversación con Manuel Cuesta Morúa, le manifesté mis dudas sobre la
factibilidad del Proyecto que impulsa su organización en conjunto con otras
personas de la Sociedad Civil y que es conocido como “Consenso Constitucional”
que busca lograr redactar una nueva Carta Magna para Cuba, por todos las razones
expuestas y porque simplemente aun cuando logren legitimar las firmas son pocas
para no decir nulas las opciones de que se considere la propuesta por los
legisladores, aunque él se mostró comunicativo y con buenos bríos para
continuar a pesar de la alta tarea que enfrenta y confiado de que los procesos
legales son lentos pero efectivos y apuesta al triunfo seguro del Proyecto.
De
momento y según conozco Consenso Constitucional y el Proyecto Emilia – que
busca el cambio mediante el uso de la desobediencia civil y la lucha no
violenta -, dirigido por el Doctor Oscar Elías Biscet González, Medalla
Presidencial de la Libertad, se debaten en los caminos por lograr las firmas
necesarias pero con un futuro realmente incierto, aunque el primero muestra las
fuerzas renovadas que les falta al segundo que no ha logrado alcanzar las metas
que se propuso luego de más de 2 años de trabajo, aunque de todas formas pienso
que ambos pasaran a engrosar la gaveta de la historia sin muchas penas ni
glorias, aunque habrá que esperar para al final ver que ocurre en la práctica
con esta iniciativa y las que vengan en un futuro.
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