El SS Montgomery se está desintegrando debajo del agua. |
Si viajas a la ciudad costera de Sheerness, en la isla de Sheppey, Reino Unido, te esperan unas vistas muy curiosas: un mural gigante con una sirena de aspecto miserable –con un detonador de explosivos en sus manos- a punto de causar un naufragio tras ella.
"¡Bienvenido a Sherness, lo pasarás bomba!", reza el letrero que la acompaña.
Para aquellos visitantes que desconocen los peligros que acechan más allá del malecón de la ciudad, una sirena terrorista es una innegablemente extraña obra de arte público.
Pero para los lugareños es un escalofriante recordatorio de una reliquia de guerra, que algunos creen que supone una amenaza para la ciudad y para sus habitantes:el naufragio del buque de municiones de la Segunda Guerra Mundial SS Richard Montgomery.
La nave se encuentra a tan sólo 2,4 kilómetros de la costa, en la desembocadura del bullicioso estuario del río Támesis.
Claramente visible desde la tierra –sus mástiles oxidados se alzan ominosamente desde el mar- el buque hundido contiene una inquietante carga: 1.400 toneladas de explosivos, que muchos temen que podrían estallar en cualquier momento, causando, potencialmente, una de las explosiones más devastadoras, en tiempos de paz, jamás vistas.
Cuánto cayó al agua
Conocido, de forma semicariñosa por los lugareños como "Monty", la nave, de 134 metros de largo, era un barco Liberty estadounidense, un tipo de buque de carga que se utilizaba durante la Segunda Guerra Mundial.
Llegó a la costa británica en agosto de 1944, transportando municiones para apoyar a los ingleses durante la guerra.
El 20 de agosto, mientras esperaba para unirse a un convoy a través del canal hacia Francia, las duras condiciones meteorológicas arrastraron el ancla del buque, que se hundió en un banco de arena.
Cuando la marea retrocedió, el buque quedó varado. Las placas soldadas del casco comenzaron a agrietarse, y se hundieron bajo el peso de los explosivos del barco.
Los trabajadores portuarios montaron apresuradamente una operación de salvamento.
Se las arreglaron para vaciar la mitad trasera del barco, antes de abandonarlo, finalmente, el 25 de septiembre, cuando la parte delantera se hundió y la nave se partió por la mitad.
Desde entonces, nadie ha estado a bordo de la embarcación. Al menos no de manera oficial.
Y, sin ningún tipo de registros que sobrevivan a día de hoy sobre lo que realmente se vació en 1944, es imposible precisar qué carga queda.
Sin embargo, las estimaciones muestran un panorama preocupante.
De acuerdo a una investigación, llevada a cabo en el año 2.000 por la Agencia Marítima y de Guardacostas del Reino Unido (MCA, por sus siglas en inglés), el barco podría contener la asombrosa variedad de más de 9.000 explosivos, fabricados en los Estados Unidos.
Éstos incluyen 286 bombas gigantes Blockbuster de 2.000 libras (907.2 kilos), 4.439 dispositivos de 1.500 libras (454 kilos) y –quizás lo más preocupante de todo- más de 2.500 bombas de racimo.
A diferencia de la mayoría de los demás elementos a bordo, las bombas de racimo podrían haber sido transportadas con las mechas en su lugar, lo cual haría que su detonación sea más probable.
No era prioridad
Parece sorprendente que tales cargas peligrosas fueran abandonadas tan cerca de la civilización y en el medio de una de las rutas marítimas más transitadas del Reino Unido.
Pero en las etapas finales de la guerra, la recuperación de los restos del naufragio no era una prioridad.
En las décadas que siguieron, las autoridades pensaron que lo más seguro era no intervenir.
"Los expertos siempre han dicho que las municiones suelen permanecer estables si nadie las manipula", dice Alison Kentuck, de la MCA, quien supervisa la gestión de los restos del SS Richard Montgomery, incluyendo la organización de detalladas encuestas anuales sobre el sitio.
La mayoría están de acuerdo en que las bombas son relativamente seguras, siempre y cuando no estén expuestas a choques repentinos, fricción o calor.
Pero estudios recientes del MCA confirman que los restos de la nave se están desintegrando poco a poco.
Su deterioro podría conducir a un colapso repentino, que provocaría la detonación de algunos, si no todos, de los explosivos restantes.
Si esto sucediera, las consecuencias podrían ser catastróficas.
Hasta Londres
Algunos análisis –como los publicados en la revista New Scientist en 2004- sugieren que las detonaciones espontáneas de la carga completa podrían lanzar al aire una columna de escombros de hasta 3 kilómetros, enviando un tsunami que avanzara raudamente por el Támesis y causando una onda de choque que ocasionaría daños en edificios en toda la zona, incluyendo los contenedores de gas líquido de la cercana isla de Grain.
Es un escenario que tiene a muchos muy preocupados, entre ellos el historiador local Colin Harvey. "El área de explosión iría desde Margate hasta el centro de Londres", dice.
Pero no todo el mundo comparte esta visión apocalíptica.
David Welch es un experto en la desarticulación de bombas, que pertenecía a la Marina Real y que ahora dirige Ramora UK, una consultoría de desactivación de artefactos explosivos, que trabaja ampliamente con municiones bajo el agua.
Welch, quien asesoró al gobierno sobre las municiones del SS Richard Montgomery, dice que no le convencen algunas de las predicciones más catastrofistas.
"La idea de que si explota un elemento lo harán todos los demás, creo que es bastante poco probable", dice.
"A menos que tengas un contacto íntimo entre dos municiones del subsuelo, rara vez provocarás la detonación del otro porque el agua es muy buen mitigador".
Efecto dominó
Welch asegura que un escenario más probable - aunque tan sólo parcialmente menos aterrador- es que la detonación de un dispositivo grande inicie un efecto dominó a través del barco, que haría que las municiones volaran por los aires y dispersaría elementos peligrosos en un área amplia.
Lo que probablemente desencadenaría tal evento sería la desintegración de la embarcación, pero no es la única causa potencial.
Una de las preocupaciones es que el buque pueda ser golpeado por uno de los muchos barcos que pasan cerca de él todos los días.
Y, aunque los restos están rodeados por una zona de exclusión de 875 yardas (800 metros) y monitoreados las 24 horas del día por las autoridades de los puertos de Medway, existe la preocupación de que no estén tan bien protegidos como afirman las autoridades.
De hecho, Harvey dice que ha habido por lo menos 22 accidentes en las últimas décadas.
Pero el mayor factor de riesgo es, sin duda, el estado de la propia nave.
"Las circunstancias no son la bomba de relojería, pero los restos del naufragio sí lo son", dice Welch.
"Es el hecho de que estén en el interior de un barco lo que hace que se estén desgastado poco a poco, lo cual podría causar suficiente energía en ellos como para hacerlos detonar".
¿Cuáles son las opciones?
Con el paso de los años, se han hecho varias sugerencias, desde la opción torpemente peligrosa de simplemente remolcar el buque a aguas más profundas, a soluciones más complejas de ingeniería civil, que implican sepultar los restos del naufragio en una especie de sarcófago gigante.
Pero, según Welch, la eliminación cuidadosa de las municiones es la única opción seria a tener en cuenta.
Para ello, prevé el empleo de buzos, junto con técnicas de construcción para mejorar la visibilidad de los restos del naufragio y asegurar que los operadores no están constantemente combatiendo contra el alto rango de mareas en el lugar del naufragio.
El proyecto, dice Welch, costará decenas de millones de libras.
"Hay muchos ejemplos de barcos naufragados que se vaciaron", dice. "Lo que diferencia a éste es que tiene una carga mucho más grande y que el buque se está desmoronando lentamente. Lo que hace que sea muy difícil es el lugar donde está".
Aún así, Welch y algunos otros operadores confían en que puedan vaciar de manera segura el barco hundido.
"Alguien en algún momento en los próximos cinco o 10 años tendrá que tomar una decisión muy difícil, y yo diría que cuanto antes se haga, más fácil y más barata será la solución".
Es complicado predecir lo que le sucederá al SS Richard Montgomery.
Es posible que no pase nada, que la especulación continúe y que nuestra generación "pase la papa caliente" a la siguiente, aliviada de que no ha estallado durante ese tiempo.
Pero para los habitantes de Sheerness siempre hay una aterradora posibilidad, aunque sea remota, de que, uno de estos días, décadas de inacción se den la vuelta en el tiempo para perseguirnos.
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