martes, 6 de noviembre de 2012

En Cuba ahora no hay Represores


Foto El Nuevo Herald.com
Reza un viejo refrán que el “Ladrón siempre cree que todos son de su misma condición”, nada más aplicable a los que antes fueron rudos gendarmes del régimen y llegaron a ocupar altos cargos dentro de este, realizando atroces caserías contra los luchadores pacíficos en Cuba y hoy se pavonean tranquilamente por las calles del país de la libertad sin el más tímido sonrojo.

Quizás para los que no conocen la realidad de la isla Crescencio Marino Rivero y su esposa Juana Ferrer sean unos pobres ancianitos que se cansaron de vivir en un lugar donde no hay libertad para nada y las necesidades económicas se comen a los de su edad imponiéndoles fuertes restricciones alimentarías debido a los bajos ingresos que perciben una vez jubilados.

Pero no, estas dos personas no fueron unos simples mortales de paso por esta tierra, fueron nada más y nada menos que altos oficiales del Ministerio del Interior Cubano (MININT), el mismo que agrupa en sus diversas ramas a los que se encargan de reprimir la llama de la libertad y la concordia nacional con el propósito de perpetuar un sistema decadente y poco viable.

Sencillamente verlos haciendo declaraciones luego que fueran descubiertos por alguien me hizo sentir que en Cuba ya no hay Represores, quieren hacer creer con un vocabulario populacho que eran sencillamente los buenos de la película y que nunca hicieron nada contra nadie, a pesar de que voces autorizadas como la de los disidentes y presos políticos dicen lo contrario.

Resulta paradójico que desde su cargo de Director Jurídico de Prisiones en Villa Clara desconociera los abusos, y esto lo hace cómplice de los mismos aun sin participar, que se cometen contra los reclusos en las cárceles, cuantas veces no leemos de esos actos ejecutados por los que dirigen las prisiones y rara vez existe una acción contra los que los ejecutan.

Recuerdo con mucha amargura los tres años que pase injustamente en una cárcel dirigida por personas como el respetable Coronel Crescencio y fui testigo de los innumerables maltratos a que son sometidos los prisioneros, puedo mencionar más de una golpiza en la prisión 1580 ubicada en San Miguel del Padrón, donde al Teniente Calunga y sus esbirros gozaban de total impunidad.

Quien duda que para llegar a ser un primer oficial, como lo eran esta pareja de pobrecitos ancianos, hay que ser militante del Partido Comunista de Cuba y cumplir sin miramiento las ordenes que se reciban, es que acaso no esta fresca en su mente la tortura conocida como la “Silla del Dolor” la que fue vivida por el opositor Hugo Damián Prieto Blanco en Ciego de Ávila.

El sufrimiento no se pude olvidar tan fácilmente y menos el que lacera la carne de los que luchamos por la libertad y como dijo Guillermo Fariña, “Rivero debe aceptar su pasado represivo y enfrentar las consecuencias de sus actos”, aunque realmente pienso que se les debe deportar hacia Cuba y no volvérsele a permitir entrar en ese país, incluso a ninguno de sus descendientes.

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