Vuelvo sobre el tema de las violaciones cometidas por las administraciones estatales contra sus trabajadores y es que esta tan de moda el sancionar a nuestros obreros por cualquier nimiedad que asusta oír el numero de medidas laborales que se imponen en este país por los que están facultados según la ley, las cuales en más del 95 % son apeladas por los afectados.
Y no se trata de sancionar por sancionar, no se puede asumir eso como una meta ni como un indicador de buen trabajo, muy al contrario, debería ser un medidor de inacción y mala administración, porque cuando una empresa marcha bien no hay necesidad de asumir posturas de fuerza y muchas veces sobredimensionadas los hechos ocurridos.
No creo que enviando un hombre, que por demás puede ser el único sustento monetario de su familia, 30 días sin salario para su hogar se resuelvan los problemas que quizás justa o injustamente los provocaron, habría que entrar en consideraciones de orden económico, políticos e incluso sociales para poder entender que sucedió realmente y el porque de las cosas.
Pero eso no esta en la mente ni en el corazón de los directivos cubanos, especialmente en los paraderos de ómnibus que prestan el servicio al pueblo y es que se ha desatado desde hace ya bastante tiempo una cacería de brujas que no parece tener fin con estos trabajadores, que por supuesto no son unos santos y muchos merecen un buen merecido por su mal trabajo.
Lo más preocupante de todo es que en el paradero Alberro y en muchos otros la cordura no tiene una línea de parada, hoy existen más de 30 chóferes en el Alberro sancionados por actos que son responsabilidad del Estado, como por ejemplo la baja recaudación, el cobrar directamente el pasaje a los usuarios o el exceso de velocidad ocasionado por los atrasos.
Para nadie es un secreto que las personas se niegan rotundamente a pagar una obligación social que solo asciende a 0.40 centavos, unos porque no tienen realmente el dinero, otros porque ya ni en el Banco existen monedas fraccionadas y otros porque se han acostumbrado a la indisciplina y pasan como si fuera particular el ómnibus.
Entonces me pregunto como exigir una norma de dinero, que en la mayoría de las ocasiones es altísima, cuando existe tanta insensibilidad de parte de nosotros, como exigirle a un chofer que circule lento cuando hace más de 2 horas no pasa esa ruta o como garantizar una buena recaudación sin que el conductor plante su mano en la alcancía.
Es cierto que muchas veces el dinero pasa de la mano hacia el bolsillo y no va a la caja de deposito, pero la culpa no es de los que trabajan sino del estado que no es capaz de garantizarles un salario acorde con la labor que desempeñan y que les permita subsistir a él y su familia en una encarecida nación o de crear los mecanismos para que esto no ocurra.
Por supuesto es más fácil sancionar a los débiles quitarles el sustento familiar y en muchos casos incluso sacarlos definitivamente de su puesto de trabajo, pero con eso no se resolverán los problemas, vendrán otros que harán lo mismo o quizás peor, las administraciones deben lograr la estabilidad e imponer medidas disciplinarias cuando realmente existan violaciones fuertes.
Claro ahora vendrán los defensores a ultranza del régimen a patrocinar lo indefendible, dirán que es justo lo que se hace y que están creadas las condiciones para que eso no ocurra, nada tan alejado de la realidad que han querido tapar por muchos años, simplemente la realidad laboral de esos hombres son durísimas y en vez de sanción se debería premiar su consagración y dedicación a una profesión rudísima.
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