viernes, 24 de octubre de 2014

El predecible final de un Proyecto


Manuel Cuesta Morúa, de pie primero a la derecha







He visto y seguido durante algún tiempo las nuevas iniciativas que se promueven por varios actores de la sociedad civil independiente cubana y que busca por todas las vías lograr un cambio hacia la democracia y el respeto de los derechos humanos al decir de sus creadores, los que han usado todo cuanto está a su alcance para promoverlos e incluso lograr las firmas necesarias para presentarlos en las instancias correspondientes.

Todo eso está muy bien, creo que todas las personas tenemos el derechos a sugerir e incluso promover leyes que ayuden a lograr un poco de armonía en la convivencia pacífica y que se respeten los derechos inalienables de todos los seres humanos aunque profesen una ideología diferente a la nuestra, igualmente respeto a los que consideran que solo mediante métodos de desobediencia civil y sin diálogos se va a lograr estos objetivos, aunque a este grupo le asigno otro espacio y no es el objetivo de mi escrito.

Y es que desde que el Proyecto Varela fue presentado allá por 1991 ante la Asamblea Nacional del Poder Popular muchos han sido los documentos de esa naturaleza y todos sin excepción han fracaso, algunos por desconocimientos de las reglas legales de sus promotores y otros porque desde el principio estaban condenados al fracaso, y bien pudieran mencionarse el Varela, el Heredia y el Camino del Pueblo entre otros.

Lo que más me impresiona de todo es que se sigan cometiendo los mismos errores del pasado en cuanto a la recogida de las firmas de las personas y es que no bastan con presentar ante las autoridades dichos documentos sino que las mismas deben estar certificadas ante un notario para que tengan validez y puedan ser consideradas por el órgano legislativo, que está compuesto ciento por ciento por personas que militan en el Partido Comunista de Cuba o son acólitos del mismo.

Esto a todas luces es una barrera tan alta de saltar en una sociedad como la nuestra que hace casi imposible cumplir con este trámite, pues habría que presentar ante el funcionario a todas las personas para que el mismo procediera a corroborar los datos oficiales y dar el visto bueno de que es realmente la persona esa la que firmo la hoja que se pretende presentar lo cual suma otra presión psicológica a los firmantes.

Una simple cuenta matemática nos indica que presumiendo que se logre que las personas vayan voluntariamente ante el notario demoraría no menos de 1 año en lograrse certificar las no menos de 10 000 firmas necesaria y en ese tiempo pueden ocurrir muchas cosas con los firmantes, como la muerte, la incapacidad mental, la invalidación por proceso penal o la salida del país, cuestión esta que haría un ciclo incansable de buscar nuevos firmantes y regresar ante la autoridad notarial.

En una conversación con Manuel Cuesta Morúa, le manifesté mis dudas sobre la factibilidad del Proyecto que impulsa su organización en conjunto con otras personas de la Sociedad Civil y que es conocido como “Consenso Constitucional” que busca lograr redactar una nueva Carta Magna para Cuba, por todos las razones expuestas y porque simplemente aun cuando logren legitimar las firmas son pocas para no decir nulas las opciones de que se considere la propuesta por los legisladores, aunque él se mostró comunicativo y con buenos bríos para continuar a pesar de la alta tarea que enfrenta y confiado de que los procesos legales son lentos pero efectivos y apuesta al triunfo seguro del Proyecto.

De momento y según conozco Consenso Constitucional y el Proyecto Emilia – que busca el cambio mediante el uso de la desobediencia civil y la lucha no violenta -, dirigido por el Doctor Oscar Elías Biscet González, Medalla Presidencial de la Libertad, se debaten en los caminos por lograr las firmas necesarias pero con un futuro realmente incierto, aunque el primero muestra las fuerzas renovadas que les falta al segundo que no ha logrado alcanzar las metas que se propuso luego de más de 2 años de trabajo, aunque de todas formas pienso que ambos pasaran a engrosar la gaveta de la historia sin muchas penas ni glorias, aunque habrá que esperar para al final ver que ocurre en la práctica con esta iniciativa y las que vengan en un futuro.

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